Bucle

por Ana

La despertó el olor a tabaco, el cenicero rebosaba en la estantería a 30 centímetros de su cara. Los créditos de la película estaban acabando. Su primer impulso fue el de intentar seguir durmiendo, pero cayó en la cuenta de lo incómodo que era el brazo del sofá. El bucle del menú del DVD volvió a llenar la pantalla de plasma. Valoró la posibilidad de vaciar y fregar el cenicero, pero en lugar de eso encendió un pitillo. La merienda de los campeones.